Se ha determinado que en el acto de mirar al cielo más de 28 músculos del cuerpo se ejercitan de una manera directa, las cervicales se elongan unos centímetros, los ojos contraen las pupilas e incluso, las abdominales trabajan fruto de un extraño cosquilleo en el estómago. El momento en cuestión genera la segregación de unas sustancias llamadas endomorfinas, psicomorfinas y deja restos de testosterona en la sangre. Por desgracia, la práctica se aconseja realizarla de pie, ergido, en posición vertical y mirando hacia arriba con la cabeza colocada en posición sideral o en su defecto tumbado sobre una superficíe horizontal mirando al infinito (esta última de especial interés para iniciativas nocturnas).
Por último, Los efectos de mirar al cielo sobre el estado mental de los aficionados a esta placentera práctica son, sin embargo, mucho más graves: profundo sentimiento de felicidad, excitación y exaltación de sueños, sensación de que alguien mira el mismo cielo al otro lado y, sobretodo, la certera convicción de que todo es posible y el hombre es muy pequeño.
Fruto de estos estudios, he seleccionado mis 27 maneras de mirar al cielo de sobre algunas de las fotos que tengo en flickr. Todas y cada una de ellas han generado diversos síntomas en mi felicidad de una u otra manera.
nota:
Son fotos tomadas en estambul, senegal, chicago, portugal, grecia, gambia, almeria, barcelona, almagro, bruselas, vietnam, camboya y algún que otro lugar de mi recuerdo.
Por supuesto, cualquier rigor técnico en la descripción médica del asunto en cuestión es pura coincidencia.
Fotos preciosas Sergio.
Publicado por: Andrés | 21 septiembre 2009 en 01:27 p.m.