El mundo al revés. La ola de la innovación y sus tsunamis ya han terminado afortunadamente. Las trompetas apocalípticas de la crisis económica, por fin, han despertado a nuestro maravilloso inno-sistema y a los trapecistas del circo de la innovación.
Ojo, digo algunos, porque otros de verdad han practicado la innovación como un camino hacia la diferenciación y la creatividad. Estos ahora no temen.
Temen los que, para vivir de las rentas y la moda, se apuntaron al carro de las conferencias, encuentros, ayudas públicas y sainetes del escenario mediático. El mercado de las rebajas de lo distinto: “innove y su vida cambiará” “compre está innovación y le regalamos la segunda gratis” “si invitas a innovar a un amigo te regalamos un pasaje para dos personas a Cancún”
Ay amigos, se acabó. Ahora las empresas no quieren innovar. Quieren
sobrevivir. No quieren los eternos diagnósticos y las medidas de papel al peso (compre kilos y le damos ideas) sino realmente una nueva manera de adaptarse al entorno.
Los últimos 3 años, han sido como la parabola del Templo cuando Jesús
entró a echar a los mercaderes. Sólo algunos pocos, sin grandes
aspavientos han conseguido aplicar lo que a otros les ha llenado la
boca y sobretodo los dípticos.
Ahora que lo verdadero empieza a ser supervivencia, se ha acabado el cuento. Ya no es momento para el experimento ni la conferencia.
Lo hemos venido anunciando aquí y allá. Por suerte, ahora el juego a terminado. Ya no hay dinero para pensar y si hay oportunidad para hacer. Justo lo que “innovar” significa: actuar e inventar nuestro propio futuro, no simplemente asumir el que nos viene dado.
Ahora que tenemos ya varias respuestas, nos quedan sólo algunas preguntas:
¿Qué haremos con todo este star-system?
¿ A dónde los
colocaremos ahora?
Déjame a mí que me ocupe del star system, que seguro que los recoloco a todos... O eso espero...
Malos tiempos para la lírica, amiga Sancho.
Publicado por: Iván | 06 agosto 2008 en 10:28 a.m.