No es nuevo. El uso y aprovechamiento en general de las tecnologías de la información siempre ha tenido este debate. Quedan ya lejos los días en los que las empresas creían que dosificar las cuentas de correo electrónico mejoraba el control. O, qué me dicen del famoso debate sobre si el acceso a Internet de nuestros empleados los distrae o por el contrario mejora su productividad.
Todos ellos son debates antiguos, pasados de moda. Parecen superados aquellos firewalls en los que ibas a buscar una referencia de un catálogo y te salía una página de control de contenidos que te vetaba el acceso.
El aprovechamiento de las redes sociales es hoy en día el chivo expiatorio de los gendarmes de la censura empresarial.
Estos gendarmes desconocen, no sólo que nuestra competitividad, creatividad e innovación se catalizan y son directamente proporcionales a la velocidad de acceso a la información y a su uso y aprovechamiento, sino que, lo que es más grave, hacen caso omiso al lenguaje que hablan sus clientes.
Es evidente que estamos ante una nueva revolución en la sociedad. No hablamos de tecnología sino de lenguajes y culturas de uso. Alguno se imagina a un tendero en una tienda hablando en chino cuando su cliente en castellano le pide una barra de pan? Imaginen por un momento que fueran al supermercado y la cajera le hablara en idioma quijotesco de castellano antiguo.
Si queremos vender, entre otras cosas, debemos comunicarnos con el lenguaje de nuestro cliente. Algunos sectores lo han entendido. Otros se dedican a castrar sistemas, cerrar el Facebook, prohibir Twitters o lo que es más normal quitar Msn o Skype’s…
Por mi que sigan pagando facturas de móvil. Larga vida
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Publicado por: KATHRINEWatkins | 10 julio 2012 en 03:01 p.m.